FUNDAMENTACIÓN
Las tendencias actuales de la Educación Física[1] en cuanto a prácticas corporales y el desarrollo del conocimiento sobre el aprendizaje humano, desafían a los profesionales[2] del área a indagar y construir permanentemente preguntas en torno a dichas prácticas. Este imperativo se hace aún más indispensable frente a la fuerte y constante difusión que hacen los medios de comunicación, las entidades deportivas, la sociedad en general, y quizás los mismos jardines de infantes y la escuela en torno a una educación de lo corporal y de la motricidad humana, que invisibiliza el sentido pedagógico que ha estado en el corazón del quehacer del educador durante toda su histórica. Como plantea Mariano Giraldes (2013), se puede observar que tales estamentos relevan más bien una lógica de mercado que una lógica pedagógica, poniendo el acento en el culto al cuerpo en lugar de cultivar la corporalidad y la motricidad; y su foco de atención pareciera ser más bien en responder a estándares impuestos que no atienden las reales necesidades de bienestar de las personas, especialmente en esta etapa de la vida y del desarrollo humano.
En este contexto, las bases curriculares del MINEDUC[3] proponen y reconocen la importancia del sentido y significado de conocer y valorar el propio cuerpo y las posibilidades de relación consigo mismo, su entorno y los demás, como fundamentales para la construcción de interacciones positivas, la vida de relación, y como menciona Gallahue y Ozmun (2006), el logro de habilidades para la vida. Es así como la EF en la etapa de la infancia, concebida como la etapa fundante del desarrollo humano[4], debiera ser entendida y valorada por los profesionales de la educación desde una perspectiva de totalidad e integridad de la naturaleza humana, donde prime la unidad de la persona y su corporeidad como expresión de su esencia natural y cultural; la formación valórica del aprender a convivir y colaborar; el respeto, la solidaridad, el amor: principios esenciales de una sociedad más justa, equitativa y democrática.
En nuestras observaciones y análisis de los procesos educativos de la motricidad[5] y por medio la motricidad[6], a nuestro parecer, han sido dejadas al azar (Gamboa, 2012). Al respecto, en muchas de las prácticas registradas, nos parece que ha sido olvidado el sentido y significado de la EF en la infancia como práctica pedagógica. Si bien en lo discursivo de los educadores se afirma la importancia de su educación, al parecer se adolece de una conciencia real de la relevancia de lo corporal y la motricidad en esta etapa del ciclo vital (Gamboa y Cacciuttolo, 2012). En este sentido, llama gratamente la atención que en las Bases Curriculares del MINEDUC, tanto la motricidad como la corporalidad son parte constitutivas y relevantes de su propuesta formativa, especialmente en cada uno de los tres ámbitos a nivel de Educación Parvularia: a) Formación Personal y Social, b) Comunicación, y c) Relación con el Medio Natural y cultural; de la misma manera se observa en los ocho núcleos que la componen, fundamentalmente en el de Autonomía, Identidad, Convivencia y Lenguajes Artísticos (MINEDUC, 2005). Este aspecto nos plantea una primera tensión que al parecer es central, tensión entre las actividades pedagógicas relacionadas con EF que acontecen en las realidades educativas y que se focalizan en “dejar hacer” sin sistematización ni intencionalidad, y lo que plantea como fundamental el MINEDUC en sus bases curriculares para este nivel. “Adquirir en forma gradual una autonomía que le permita valerse adecuada e integralmente en su medio, a través del desarrollo de la confianza y de la conciencia y creciente dominio de sus habilidades corporales, socioemocionales e intelectuales” MINEDUC, (2005, p. 39). Propuesta que debe ser prolongada y articulada con la Educación Básica, especialmente con NB1. En lo medular, es esencial comprender y valorar que los niños se contactan con el mundo e interaccionan en él fundamentalmente a través de su corporalidad y motricidad (Chokler, 2009; Pikler, 2000; Piage, 1997; Gamboa, 2012; Ruiz, 2001); esta constatación es esencial para los profesionales de la educación en la etapa de la infancia.
La infancia, en palabras de Aucouturier (2007), es una etapa somatopsíquica donde la sensorialidad, la motricidad y la corporeidad constituyen la condición misma de existencia, de desarrollo y de expresión. De allí que durante la infancia la corporalidad vivida placenteramente y su expresión motriz se encuentran en la base del desarrollo humano, y son la puerta de entrada sentida y experimentada hacia la autonomía, el encuentro vital con los demás, la exteriorización de los sentimientos y desarrollo del pensamiento (Gamboa, Encina y Cacciuttolo, 2013; Gómez, Díez, Fernández, Gorrín, Pacheco y Sosa, 2008).
Es así como a nuestro entender es fundamental poner en la palestra de la discusión y en el foco del perfeccionamientos de los profesionales vinculados a la infancia, temáticas centrales como el sentido, significado y relevancia de la educación de la motricidad es esta etapa, sus fundamentos teóricos y sus lineamientos didácticos en cuanto prácticas sistemáticas y sistematizadas en el contexto de una organización educativa saludable, como así mismo el trabajo con la familia y la comunidad, relevando el valor de la presencia de la corporalidad en el aprendizaje, de modo que los profesionales puedan orientar las prácticas pedagógicas para que cada uno de los niños vivan su propio cuerpo, aprendan a valorarlo, asumirlo, sentirlo, y desde allí desarrollar su autoestima, confianza, identidad personal y vida de relación, aspectos centrales de los procesos educativos en esta etapa del curso vital.
En consecuencia, y en concordancia a los lineamientos declarados por nuestra Escuela de Educación Física, y del trabajo que se ha realizado en el área de la EF infantil por más de 30 años al interior de la misma, la propuesta de perfeccionamiento se posiciona en una concepción de globalidad y unicidad del ser humano, dialogando estrechamente con el paradigma de la Motricidad Humana[7] que nace en Portugal en los años 80, donde uno de sus mayores representantes es el Dr. Manuel Sergio (RIIMH, 2006), paradigma que postula que el ser humano no posee un cuerpo, sino que es cuerpo (Gallo, 2009; Bohórquez y Trigo, 2006; Sergio, 2003), y que la motricidad evidencia toda la esencia del ser. Ideas que se contraponen con la perspectiva física y biológica por un lado, y psicomotricista de la EF por otro, Es decir, se busca rescatar la naturaleza consubstancial a la infancia y atender la complejidad de la persona (Moreno et al. (2012);
Como conclusión se puede señalar que la naturaleza teórica práctica experiencial del diplomado contribuye en el perfeccionamiento de los profesionales a través de desafíos personales y colectivos vinculados a la re-significación de la propia corporalidad y la del otro; como así mismo invita a un proceso de reconocimiento y reflexión del ejercicio profesional transformador e innovador orientado a la educación de la motricidad infantil y la educación de niños por medio de la motricidad, en el contexto de una organización educativa saludable.
Conjuntamente a lo anteriormente expuesto, se cree necesario y fundamental contextualizar el diplomado en el Chile actual en cuanto a la comprensión y valoración de lo que se entiende por infancia desde lo legislativo y sobre todo desde la construcción social, los discursos y los espaciós donde ella se construye.
La educación en general y en la etapa de la infancia en particular, vive momentos de real relevancia. Al respecto, el actual gobierno ha enviado para su legislación la nueva ley para otorgar institucionalidad a la educación parvularia, la cual propone crear una Subsecretaría y una Intendencia de Educación Parvularia que busca cautelar la calidad, la equidad y la cobertura en este nivel. Al respecto, y desde la impronta visionaria de nuestra Unidad Académica, con la implementación del presente diplomado nos adelantamos a los próximos desafíos del gobierno, que en palabras de la Presidenta señala que posterior a la implementación de la Ley, “en un segundo momento fortaleceremos la formación y capacitación de los profesionales y técnicos de la educación parvularia”, con el propósito de aportar a la calidad de la educación entregada (Portal Educa, 2014).
[1] En adelante EF.
[2] Entendiendo la importancia de relevar el género en el discurso, en adelante se hara referencia de manera genérica de modo de facilitar la redacción del texto, y por tanto la lectura del mismo.
[3] Bases curriculares para la educación parvularia (MINEDUC, 2005); Bases curriculares educación física y salud (MINEDUC, 2013).
[4] Este declaración la realiza el mismo Ministerio de Educación en las Bases Curriculares para el nivel educacional parvulario (Mineduc, 2005).
[5] Al referirnos a la educación de la motricidad, significa orientar la práctica motriz hacia el desarrollo de la capacidad de poder y saber hacer, más que a la enseñanza de determinados ejercicios y a la realización de estereotipias motrices, disminuyendo con ello las posibilidades de un acervo motriz de base con características de polivalencia. Más allá de una respuesta ante los estímulos del medio, se propone, en este sentido, un perfeccionamiento cualitativo de las habilidades motrices, en un marco de respeto por la disponibilidad corporal innata y particular de cada niño y niña, en función de su autonomía.
[6] Al referirnos a la educación por medio la motricidad, significa orientar nuestra acción hacia la capacidad de descubrir haciendo de los niños y las niñas, hacia el desarrollo de la capacidad de darse cuenta de las propias vivencias, descubrimiento que, le procurará las operaciones cognitivas de discriminar, generalizar, objetivar, abstraer y resolver problemas, y las posibilidades introyectivas y de expresión motriz orientadas al cultivo de sí mismo como a las interrelaciones cooperativas y de convivencia.
[7] “La CMH, nace de tres cortes epistemológicos. El primero es de la disciplina, el segundo es del concepto clasico de ciencia, el tercero se refiere al concepto clásico de conocimiento” (RIIMH, 2006)